La calle cada vez se hacia más larga,
yo sabía que la suerte también se acababa,
entonces me acerqué a ella sin respuestas
era la mejor forma de sobrevivir a sus preguntas.
Al llegar a ella apagué mis ojos
para amar siempre debí de ser un ciego,
entonces me dio su nombre
porque había poco que decir y
mucho que hablar en silencio.
Quizás ella todavía no me quería,
yo sabía que no pierde quién no huye
y que sin querer, también se puede querer.
Quizás el primer beso no sea el mejor recordado,
cuándo todavía no le he dado el último.
Y los días que más recuerdo son los que no han acabado.
lunes, 30 de mayo de 2022
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